El
marcado interés por la Educación a Distancia (EaD) ha provocado que en los
últimos años hayan sido numerosas las literaturas creadas para tratar de
encontrar la definición que plasme la esencia de esta diferente forma de
educar. Y con ello la designación usada
desde el siglo pasado como enseñanza abierta y a distancia resulta ser una
expresión imprecisa a la que se pueden atribuir y de hecho se atribuyen, muy
diversos sentidos, como ya señalaba McKenzie (1979) hace más de tres décadas.
La EaD de
hoy no es la misma que la de hace 160 años, cuando nacía, ni la misma de la
década próxima. Ni siquiera se entiende de la misma manera en diferentes
contextos geográficos o institucionales en la época actual, lo que quiere decir
que la misma ha ido evolucionando con los nuevos cambios, avances y mejoras que
proveen las experiencias y nuevos estudios en cuanto al tema.
Han sido
muchos teóricos los que se han acercado a este reto y muchos de ellos
abandonaron el intento. Existe, por otra parte, gran diversidad de propuestas
metodológicas, estructuras y proyectos de aplicación de esta modalidad de
enseñanza; lo que es cierto, es que se
va afianzando cada vez más como una forma atractiva de enseñar y aprender, pues
a través de ella pueden ofertarse programas educativos y de formación de alta
calidad probada en términos al menos similares a los de los formatos
presenciales, porque cuenta con una serie de atributos y ventajas.
Según Aretio
(2007), la Educación a Distancia es:
un
sistema tecnológico de comunicación masiva y bidireccional que sustituye la
interacción personal en el aula del profesor y alumno, como medio preferente de
enseñanza, por la acción sistemática y conjunta de diversos recursos didácticos
y el apoyo de una organización tutorial, que proporcionan el aprendizaje
autónomo de los estudiantes.
Lanza
(2015), cita a Guanipa y González (2010), quienes realizaron una interesante
revisión documental en la cual se evidencia la importancia de la formación del
profesor universitario en la educación del siglo XXI, motivado a que el futuro
de la sociedad del conocimiento descansa, en gran parte, en la excelencia y
diversificación de una educación para todos y para toda la vida. Los autores
afirman que la educación superior demanda aspectos como: revolucionar en las
metodologías de la enseñanza, usar las TIC en educación, y enfrentar la
obsolescencia de los contenidos, ameritando la presencia de estructuras
organizativas más flexibles que permitan el acceso al conocimiento, a través de
una formación crítica e interactiva que suscite la construcción de saberes a
través de un proceso de constante reflexión.
Vásquez y Suárez (1999), explican que la Educación
a Distancia es:
un
subsistema educativo implementado para formar sujetos que por su lugar de
residencia, su edad, sus intereses, su disponibilidad de tiempo, por sus
objetivos específicos, por sus estilos de aprendizaje, etc. No pueden asistir a
un local permanente y sujetarse a normas legales y estándares de diverso tipo
que lo hacen restrictivo, o son limitantes. Esta modalidad usa un conjunto de
estrategias elaboradas con los medios de comunicación de punta y que permiten
niveles altos de calidad por su diversidad, flexibilidad, rapidez y oportunidad
con la que se dan, logrando que el hombre esté mejor capacitado para responder
eficientemente a los retos que diariamente le exigen la vida y el trabajo.
Según Perkins (2003), la Educación a Distancia es:
(…) una
metodología educativa no presencial, basada en la comunicación pluridireccional
mediatizada, que implica amplias posibilidades de participación de estudiantes
dispersos, con un alto grado de autonomía de tiempo, espacio y compromiso y la
orientación docente, dada en el diseño, en la elección de los medios adecuados
para cada caso en virtud de los temas y con consideración de las posibilidades
de acceso de los destinatarios a los mismos, y en las tutorías. (p.37)
Esta modalidad no requiere que los estudiantes
estén físicamente presentes en el mismo lugar con el facilitador o instructor.
Históricamente, estudiar a distancia significaba aprender por correspondencia.
Hoy en día, el audio, el video y la tecnología en computación son herramientas
más comunes para poner en práctica esta modalidad; así mismo, los programas de
EaD son concebidos como un medio de educación formal o no, que permite integrar
a personas que, por motivos culturales, sociales o económicos no se adaptan o
no tienen acceso a los sistemas convencionales de educación.
Quevedos (s/f), autora del texto Proyectos de
Educación a Distancia en Venezuela, expone que:
el
fenómeno de la educación a distancia comienza a cobrar un desarrollo importante
desde la utilización del vídeo y muy recientemente la telemática como medios
pedagógicos. Sin embargo, sus orígenes se pueden encontrar en las necesidades
individuales y profesionales y en las aspiraciones de crecimiento educativo y
social del adulto.
Actualmente, en Venezuela se ofrecen diversas
oportunidades para la EaD. Algunas instituciones educativas mantienen convenios
con organismos y otras instancias académicas en el exterior que les permite
aumentar la gama de opciones para la preparación de profesionales en el país. En
1975 nace la Comisión Organizadora de la Universidad Nacional Abierta (UNA), que
produjo su creación de manera oficial en el año 1977. Con el pasar de los años,
diferentes universidades empezaron a ofrecer algunos estudios a distancia,
mediante lo que denominaron Estudios Universitarios Supervisados (EUS).
Por lo tanto, la EaD es una modalidad de la
educación con un método de enseñanza no tradicional (no presencial), que
ejecuta los procesos administrativamente igual a la presencial, con una
organización académica y de gestión bajo líneas rectorales universitarias con
autonomía propia que permite al estudiante o profesional prepararse en
cualquier campo a través de las TIC.